¡Buenos días!
Lotte Laserstein - “En el restaurante” (1927, óleo sobre lienzo, 54 x 46 cm, colección privada)
La prensa
1*
La prensa es un sistema de difusión
basado en la impresión masiva de hojas con mensajes escritos.
2*
Las dos funciones más
importantes son las de información (noticias de actualidad) y
opinión (argumentaciones sobre la actualidad). En función de esta
distinción se establecen los diferentes géneros periodísticos.
3*
Aunque hay diferentes tipos de prensa (amarilla,
deportiva, musical, del corazón) nos centraremos en el periódico,
prensa diaria de información general, pues es el medio más
reflexivo y el más influyente.
4*
Como ya hemos dicho
antes, los géneros periodísticos se pueden dividir en géneros de
información (noticia), de opinión (editorial, columna) y mixtos
(crónica, reportaje)
5*
La noticia es el
género más puramente informativo y el que originó la existencia
del periódico. La noticia tiene que responder a las clásicas 5W
(who, where, what, why, when) y tiene una estructura definida:
"titular" que condensa de forma llamativa e impactante la
noticia, "load" o "entradilla" (resumen breve de
la noticia escrito en negrita) y el denominado "cuerpo" de
la noticia. Las noticias se escriben de manera piramidal comenzando
por la información más relevante y dejando para el final lo menos
relevante.
6*
Dentro de los rasgos del lenguaje apreciados
en la prensa habría que señalar que:
A* Debería ser:
breve, claro, objetivo y correcto.
B* Sin embargo nos encontramos a
menudo con que el lenguaje no es objetivo: ¿Cómo se quiebra la
objetividad?: por medio de comentarios subrepticios que implican
mensajes entre líneas, por el espacio que se concede a una noticia,
por el empleo de intencionados adjetivos o incluso por la elisión de
información.
C* Tampoco es correcto el
lenguaje empleado y así, a pesar de los libros de estilo que todos
los periódicos han sacado, nos seguimos encontrando con frases
hechas, eufemismos, extranjerismos, vulgarismos, etc.
Plazo de entrega: Semana del 18- 22 de mayo.
1.- Artículo
periodístico extraído de elpais.com. Leemos en voz alta y contestamos las siguientes
preguntas:
El
programa cuenta con una audiencia fiel especialmente entre los
jóvenes de entre 13 y 24 años.
El
plató de 'Mujeres y hombres y viceversa', donde cualquier parecido
con la vida real es circunstancial.
Hace
unos días, una amiga me contaba angustiada que había recibido una
llamada del colegio porque su hija, de 13 años, llevaba un par de
días sin ir a clase. Después de imaginarse todo tipo de calamidades
en los que podía estar metida, descubrió que lo que hacía era
quedar con sus amigas (también de la misma edad y también
saltándose el colegio), de lunes a viernes a las 12.45 horas, para
ver Mujeres
y hombres y viceversa. Mi
amiga no sabía si respirar aliviada o preocuparse aún más. Yo
tampoco.
Así
que decidí dedicar 69 minutos de mi vida a ver un programa que va a
hacer nueve años en antena y que cuenta con un 11 % de audiencia
total (unas 700.000 personas) de todas las personas que están viendo
la televisión a esa hora. Ojo: de toda la audiencia del programa
(que recuerden, se emite a las 12.45 h.), el 30 % son espectadores de
entre 13 y 24 años. Allá vamos...
Lo
primero que llama la atención es que estamos ante un melodrama.
Todas las emociones están a flor de piel (la ropa también), y ver
cinco minutos implica no solo entender automáticamente la dinámica,
sino no poder apartar la mirada de la pantalla. Los estímulos
visuales son abrumadores: están pasando muchas cosas a la vez. Todo
brilla, todo es histérico.
Yo
vi un solo episodio, el 2.215, en el que dos tronistas (los
reconocerás porque están sentados en sendos tronos, y además
tienen nombres de tronista: Fabio
y Yera) comentan las citas que han tenido la noche anterior con
algunas de sus pretendientas. De eso trata Mujeres
y hombres y viceversa,
pero a lo largo de los 69 (esta cifra no puede ser casualidad)
minutos que dura el programa caben giros de guion, flashbacks,
villanías, traiciones, víctimas y opiniones. Muchísimas opiniones.
Lo
que queda claro desde el principio es que el universo del programa
alberga sus propias reglas. No es el mundo real. Se le parece, pero
no lo es. Nadie lleva calcetines, todo el mundo tiene los dientes
asombrosamente blancos y el público va vestido, también,
de tronista. Quizá
porque algún día lo serán. El vocabulario es como un idioma
propio: expresiones como "ha surgido la chispa", "hemos
tenido feeling"
o "no tengo un prototipo" se repiten tanto que casi dejan
de tener sentido. Hasta las unidades de medida son distintas:
"¿pasasteis media noche juntos? Eso equivale a cuatro citas",
aclara la
presentadora Emma García. En
este universo, nada significa lo mismo que en el mundo real.
Especialmente la clase.
La
elegancia y la finura son ideales que parecen preocupar mucho. Cuando
Estela llama "choni" a Valeria, esta se limita a responder:
"Más quisiera ella tener la clase que tengo yo" (sin
mirarle a la cara en ningún momento). El asesor Rafa Mora divide a
las pretendientas entre "las chicas finas, con clase" y
"las garrulillas", y sus valoraciones muestran mucha
conciencia de jerarquía: "Ella tiene otro nivel", "es
que no está en su liga". E incluso habla de niveles para
desmontar una mentira de Fabio: "¿Que solo estuviste de risitas
con una chica de este nivel? No me lo creo". De eso depende el
programa, en realidad, de que te creas o no lo que estás viendo.
Las
citas entre los tronistas y
las pretendientas son esenciales para la estructura del programa
(cita + comentario de la jugada), pero resultan narrativamente
vacías. No hablan de absolutamente nada. Sus diálogos ni siquiera
cualifican como conversaciones. Básicamente comentan lo guapos que
están ("estás muy guapa", "tú también estás muy
guapo", "¿ah sí?", "sí"), y juguetean a
especular con lo nerviosos que se ponen el uno al otro. "¿Qué
fue lo que te llamó la atención de mí?", "te intimido,
¿verdad?", "no me sostienes la mirada", "estás
tontito", "no, tontita estás tú". Esas citas son
como una película porno que nunca llega. Y, sin embargo, en el plató
son capaces de comentarlas durante todo el tiempo que haga falta.
Si
las toallitas autobronceadoras son el material con el que se fabrican
los sueños en este universo, la guerra de sexos es su ADN. Los roles
están minuciosamente asignados: ellos son unos canallas ("es
que me gustan todas", es la conclusión a la que llegan tanto
Fabio como Yera), y ellas se odian entre sí. Incluso cuando están
un par de minutos sin insultarse, los asesores y la propia Emma
García les azuzan como disparándoles a los pies para que bailen:
"Hijas, estáis dormidas", "pues vaya aburrimiento"...
Hasta Emma García detona a una de las pretendientas cuando le pide:
"Valeria, por favor, ¡explota ya!".
No
hay tiempo que perder. Cuando las dos rubias confiesan haberse hecho
amigas, las tres morenas entran en cólera y las lapidan durante
nueve minutos. Morenas contra rubias, un sueño hecho
realidad para cualquier hombre nacido en el siglo XVI.
Lo
reconfortante (más o menos) es que el programa es profundamente
honesto en sus intenciones. Nadie dice la
palabra machista, porque
no hace ninguna falta: atufa el ambiente desde el primer minuto. Yera
(recuerden: es un nombre de chico) aclara que "no me gusta nada
que se hagan amigas entre ellas", para a continuación pedirles
que se pongan de pie y, una a una, comunicarles que continúan en la
carrera por su corazón con una sencilla palabra: "Siéntate".
Se las queda a todas, y no puedo decir que me sorprenda, si ya ha
dicho antes que le gustan todas.
Pero
la atracción no solo depende del feeling,
también de la iluminación. Cuando Rafa Mora le pregunta a Yera si
se acercaría a una de las chicas en la vida real,
el tronista matiza:
"¿De noche o de día?". Hay que detenerse en la
presentadora, Emma García. Cuando bautizó el plató de aquel primer
programa en Telecinco como "el saloncito", no era una forma
de hablar.
Emma
García se comporta como si estuviera en su casa. Ella, como
en A
tu lado o El
juego de tu vida,
tiene permanentemente cara de no aguantar ni media tontería, con
cierta expresión de "podría juzgarte, pero no voy a hacerlo".
Ella está por encima de eso. Ella solo quiere ver el mundo arder. Y
cuando se levanta de su taburete, es que alguien está realmente mal.
Hay dos tronos en ese plató, pero solo una reina.
Todo
finaliza con un cliffhanger,
un gancho para el siguiente programa. Paula, ultrajada por la
confesión de Fabio de que se dio "unos besos con Chaxi"
(no sé lo que significa en este plató esa expresión, pero sospecho
que no lo que yo entiendo por darse unos besos), amenaza con
abandonar el programa. Fin.
Automáticamente,
el reproductor me lleva a la web del programa, donde soy bombardeado
con más estímulos de los que mi (ahora exhausto) cerebro puede
procesar: "Fabio y Ariana se besan durante su segunda cita en un
jacuzzi", "las lágrimas de Rafa Mora", "Rym le
dice a Alberto que no le gusta su actitud de chulo". Claramente
voy con Rym. ¿Pero quién demonios es Rym? ¿Qué clase de nombre es
Rym? Solo hay una forma de averiguarlo: dándole al play. Pero
me contengo. Mejor lo dejo.
No,
definitivamente, este programa no puede ayudar a la formación de un
niño de 13 años. Llamo a mi amiga y le digo que quizá deba
preocuparse...
Por último,
observa la estructura. Aunque no existen normas rígidas, en
general, hay un fragmento introductorio de carácter
explicativo-expositivo, para informar al lector, y le siguen la
tesis y la argumentación, la parte más extensa del artículo de
opinión, ya que es allí donde el autor pone de manifiesto su
opinión y argumenta por qué sostiene su punto de vista. El
artículo habitualmente se cierra con una conclusión.
¡Feliz lunes!